Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

sábado, 26 de enero de 2013

EL VENDAVAL DERROTÓ AL VIEJO CICLISTA.

 El ciclista rodaba por delante de mi, a unos pocas decenas de metros y yo y la Bicipalo pedaleabamos a duras penas contra un viento que aullaba embravecido y que parecía gritarnos a la oreja, en medio de brutales turbulencias.
   - ¡¡No sois nada, no sois nada...!!.
  Agaché la cabeza y deseé cuanto antes dejar la via de servicio y empezar a rodar por las pistas de la Calderona, en ellas me podría escapar del viento desbocado. 
   Alcé un poco los ojos y volví a ver al ciclista, poco a poco le iba ganando metros, poco a poco me iba acercando a golpes de pesadas pedaladas y luchando contra un viento que impactaba en mi pecho como una prensa. 
    Seguía aproximándome hasta que vi como el ciclista echaba pie a tierra y se daba media vuelta, me cruce con él y vi que no era un joven, era uno de esos veteranos del ciclismo de carretera, de pelo cano y con el rostro reseco. Uno de esos machos solitarios que con el paso de los años se quedan sin pelotón al que seguir, que poco a poco empiezan a rodar en solitario porque ya no pueden seguir el ritmo de los otros y que saben perfectamente hasta donde les pueden llevar sus piernas, quizás ya con demasidos kilometros en sus articulaciones y puede que con demasiados litros de sangre bombeados por su corazón, con demasiados puertos subidos, con muchas lluvias sufridas y con demasiadas batallas libradas contra el viento y contra la vida misma, pero la batalla de hoy no la podía ganar..., y el viejo ciclista se ha rendido, ha dejado de pedalear y en medio de los empellones del huracán se ha dado la vuelta y casi como burlandose de ese mismo torbellino se vuelto a casa a una velodidad de vertigo, mientras yo trataba de escapar entre los pinares, buscando los hondos, buscando la protección de las lomas, de las colinas. 
   Han habido momentos en que lo oía aullar por encima de las copas de los pinos, era como si bajase de las montañas y al trepar por la siguiente ladera saltase por encima de mi y terminase enredado en el pinar, sacudiéndolo brutalmente.
  He seguido pedaleando, huyendo, a veces a favor del viento y otras peleando, sintiendo las punzadas del polvo en mi cara y tratando de no caerme, soportando sus empujones, sus bramidos..., y en algun momento he pensado.
   - Espero que todo esto sirva para que esta tarde pueda disfrutar de un atardecer precioso. 

                                                     
 
  Pero el viento no ha dejado de soplar y ha barrido el cielo del ocaso, ha robado los rosas que yo esperaba, esos tonos purpuras que siempre imagino como auroras boreales. Ha dejado un cielo de nubes pegadas, planas, como esquiladas, pero no ha podido evitar que ella emergiese a mi espalda, gigantesca y llena de luz, sonriendo y diciendole a ese sol que se enterraba tras las montañas.

                                               


   - Te sigo viendo, te sigo viendo...
  La luna se llenaba con los rayos de un sol que yo ya no veía, como tampoco distinguía ya a la manada, camuflada entre las sombras y vagando libres entre las matas, husmeando, buscando, acechando.   



 

domingo, 20 de enero de 2013

NUNCA DEJA DE AMANECER.




     Norton, Mía, Cecil y Piper no miraban hacia el amanecer, pegaban sus hocicos a la tierra y rastreaban, se excitaban y corrían, daban vueltas a los arbustos y continuaban trotando a su aire, dejandose llevar por sus instintos y por los rastros que los espiritus del bosque habian dejado durante la noche.
  Yo observaba el amanecer y sonreía ante esos colores encendidos que iluminaban las nubes poco a poco, sin dejar de amanecer y sin dejar de llenar de luz a las cumbres de las serranías de Utiel y Requena o a los altos de Alcublas. Era algo hermoso y tan fugaz como el amanecer en si mismo, algo que tan solo podían gozar mis ojos, algo que tan solo duraban unos segundos porque la luz cambiaba y ese tono entre rosado y lila apenas si permanecía en la atmósfera unos instantes mágicos.
  Un rato después, ellos volvían a sestear y me montaba en la Bicipalo, remontaba por la pista del Campillo y echaba miradas hacia el Golfo de Valencia. Los preciosos colores del amanecer habian desaparecido bajo un cielo encapotado, pero entre las nubes se descolgaba una lechada de plata que se extendía sobre el mar, frente a las costas de la ciudad.

                                                    
  Era un destello que añadia vida, igual que la flor del almendro que florecia entre los bancales cultivados a los pies de los farallones de la Gota, un rincón precioso de la Sierra Calderona.
  Desmonté y la fotografié pensando en Dorita, justo el día anterior me había preguntado si los almendros ya habian florecido por aquí..., y si, los almendros ya florecían en la Sierra Calderona.


 
                                                      
La Bicipalo recostada junto al ágave,muy cerca de los olivos y del almendro.
                                             

 






domingo, 13 de enero de 2013

"EL VERANO DE LOS PERROS FLACOS", DESCARGATE LA NOVELA.

    
Pincha la imagen para leer o descargar.


  Aquí la teneis..., he decidido volcar la novela en la red, han sido muchos meses colgando retazos de los galgos, de las liebres y de los niños..., y ya es el momento de ofrecerla completa.







¿Puede haber algo mas hermoso....?

   Veo muy complicado el tema de publicar en papel, he explorado el tema de la autoedicion y me ha parecido interesante, pero ahora mismo la crisis me ha dejado tiritando economicamente..., por otra parte he escrito una novela muy desde dentro, practicamente pensando tan solo en mi como escritor (ocasional) y como lector..., y eso genera algunos inconvenientes.
  Tenía unas enormes ganas de escribir sobre ellos, sobre los galgos, estos bichos llegaron a obsesionarme y al final construí una historia imaginaria con ellos como parte fundamental..., pero creo que al final no he escrito una novela..., creo que he sacado mucho de mi mismo y de lo que me ha pasado en los ultimos años...., pero bueno, ya está escrita.
  Por cierto, si alguien está interesado en que se la mande en formato word para poder pasarla a e-boock, que me lo pida por mail y se la enviaré sin problemas.

viernes, 11 de enero de 2013

TAN SOLO HUELLAS.



 Siempre sonrío al encontrarme con ellas, con las huellas que dejan los espiritus del bosque. Sonrío y me imagino a la urraca o a la abubilla dando pasos sobre esa tierra rojiza y esponjosa, depositada con las incontables avenidas que desde hace miles de años han ido erosionando las cumbres de la Sierra Calderona, corriendo pendiente abajo entre sus barrancos y ramblas y llegando aquí ya mas mansas y depositando esos limos y barros con el color del rodeno.




  Los bancos de arena surgen ante mi y ante la manada que corre por encima, ellos también dejan sus huellas junto a las de los escarabajos y a las de las musarañas que se mueven en la noche, nerviosas y con sus corazoncitos siempre alterados, olisqueando y buscando entre la hojarasca..., siempre ajenos a los ojos de homo.




  Me gusta contemplar esos rastros delicados..., realmente hablan, me gusta ver como esas arenas mantienen sus firmas esperando a que el viento las borre o a que la lluvia las mezcle.
  Son señales de que la vida aquí, entre estos pinares sigue su ritmo,  sus pautas...., mientras yo vivo como homo allí en la urbe, al ritmo que otros hombres me imponen. 

martes, 1 de enero de 2013

AQUELLOS EXTRAÑOS PERROS PINTADOS EN LA PARED.


                                                         

http://ukeleleskennel.blogspot.com/2012/12/whippets-y-galgos-en-el-arte-francisco.html  



 El recuerdo estaba ahí, pero cada vez mas difuso y la imagen iba esfumandose, diluyendose tras el paso de estos últimos 36 años, pero no las sensaciones que despertaron en mi, aquel mural pintado en una de las paredes del restaurante Blayet, en el Perellonet.
  A mi padre le gustaba pescar y como yo era el unico chico de entre sus cinco retoños, a poco que pude sostener una caña de pescar, me llevó con él.
   Los sabados madrugabamos y papá hacia una tortilla de patata de buena mañana, cargabamos los trastos en el Seat 1500 y las cañas en la baca, a un lado.
  Recuerdo que el 1500 no tenia aguja en el velocimetro, era una lineas de color naranja o rojo que se desplazaba hacia la derecha, me gustaba mirarla, igual que ver a papá moviendo la palanca de cambios en el volante, aquello era genuinamente original.
  Llegabamos al canal con las primeras luces y despues de poner las sillas en los puestos, nos acercabamos a tomar un café en el restaurante Blayet. Papá pedía un carajillo y solía añadir.
   - Para él un café con leche, pero con poco café.
  Y mientras esperabamos yo observaba aquel mural y no terminaba de entender porque habian dibujado así a aquellos pobres perros, tan largos y deformes, jamás lo entendí y tampoco entendía que nadie más se diese cuenta. Despues, me tomaba el café con leche y volviamos al canal, con un poco de suerte, las llisas estaban de buena gana y despues de mucha paciencia podía ver como la puntita de la pluma se hundía un poco, apenas un timido gesto, un leve roce del mujol sobre el amot.
  Las llisas picaban así, no engullían el cebo, tan solo lo tocaban, en ese momento daba tirón hacia arriba, muchas veces el aparejo salía disparado del agua, sin nada clavado en el amot, pero más de una vez, el aparejo se quedaba bajo las aguas del canal, bajo esas aguas salobres que buscaban el mar desde la Albufera, entonces la caña se recurvaba, el hilo se tensaba, mi pulgar apretaba el carrete valenciano y la emoción me invadia, mientras papá me miraba satisfecho y los otros pescadores exclamaban.
   - ¡Collons con el xiquet...!
  Jamás podré olvidar aquellas jornadas de pesca, el día que las olvide nada tendrá sentido ya, forman parte profunda de mi yo.